ACTO EN CURA BROCHERO, SÁBADO 23 OCTUBRE 2010

lunes, 27 de mayo de 2013

"CAMILA, NUESTRA HISTORIA DE AMOR", EN EL LOLA MEMBRIVES



La idea de una obra histórica nacional de Fabián Nùñez ha sido más que auspiciosa. El elenco de Camila, la historia de amor entre Camila O Gorman y el sacerdote Ulasdilado Gutiérrez, llevada al cine por María Luisa Bemberg, fue un gran motivo para urdir este musical que logra una puesta fantástica, con gran resolución de la escenografía móvil y con un afiatado elenco que, además de actuar, canta y muy bien. La música también es de Fabián Núñez y hay que reconocerle varios breves leit motiv muy pegadizos, muy musicales, así como parlamentos bien escritos, de ragaimbre literaria.
Descolla la joven actriz Natalie Pérez en el papel de Camila, tiene una voz potente y clara y una gran simpatía y ductilidad para moverse en el escenario. Peter Lanzani actúa también bien y muestra una potente voz, con parlamentos extensos pero le falta entonar y afinar. Santiago Ramundo, que se lució en “Dulce amor”, compone al hermano de Camila, va creciendo como actor, reonocemos su esfuerzo pero le falta mucho todavía para transmitir emociones. Asombran las voces, una vez más, de Julia Zenko, en el papel de la abuela paterna confinada en un cuarto por las mismas razones que llevarán a la muerte a Camila (su amor por el Virrey Liniers, también compuesto por Miguel Habud) y Miguel Habud, en el papel del padre de Camila y del padre Eduardo. Si bien a Zenko le conocemos sus notables cualidades vocales, Habud (quien tiene larga trayectoria en musicales) fue una revelación por la fantástica voz, viril y aplomada, de grandes matices, que regala en algunos pasajes. Laura Silva, Magalí Sánchez Alleno, Deborah Nixon, son otros actores-cantantes que deleitan al público con melodías muy bien habidas por Núñez. El resto del elenco actúa a la altura de las circunstancias, con solidez, sin titubeos.
La historia va adquiriendo agilidad a medida de que la narración avanza y hay escenas que se desarrollan en diferentes espacios, como los desconsuelos del padre Uladislao y el de Camila, en sus respectivos cuartos, muy bien resueltos escénica y musicalmente. Impecable la escenografía de Lili Diez y Fabián Nuñez, ágil, movible sobre dos paneles circulares, completa. El vestuario de Pablo Battaglia también es de gran nivel, teniendo todo el elenco el apoyo técnico de Ariel Ponce, Gastón Briski, Ricardo Fasan, y Juan Gasparini.
Respecto de la orquestación realizada por el maestro Gerardo Gandini, que incluye un cuarteto de cuerdas, hubiéramos preferido mayor contundencia sonora. Nos dio la impresión de una partitura minimalista a la que debió agregársele otros instrumentos o bien los artificios técnicos actuales que dan mayor corporeidad a la partitura (se utilizan algunos). Si se está en el fondo de la platea, muchos matices orquestales pasan casi desapercibidos. En el caso del cuarteto de cuerdas, falta más pasión en la ejecución de las bellas melodías de Núñez, más contundencia y solidez sonora. Al tratarse de una comedia musical, es la música la que debe “llenar” el auditorio, algo que sí se logra en el magnífico tutti del final, que arranca aplausos de pie. Un final apoteótico, estupendo, de gran nivel, emotivo y muy bien actuada y cantada así como resuelta escénicamente. “Camila, nuestra historia de amor. Añadimos que a la escenografía, muy bien resuelta como dijimos, le haría falta un espacio común libre, una plaza de la época, con extras, algo  menos minimalista y esquemático. Algunos colegas críticos señalan, con razón, que se le ha dado mayor preponderancia a los parlamentos de los "unitarios", dejando a los "rosistas" muy mal parados. Sumamos este comentario al nuestro si bien advertimos que es la historia de Camila que sufrió los avatares de la época.
No dejen de verla.
Elsa Bragato