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domingo, 29 de octubre de 2023

"LARGO VIAJE DE UN DÍA HACIA LA NOCHE", DE O NEILL, EN EL TEATRO GRAL SAN MARTÍN - CRÍTICA

 

LARGO VIAJE DE UN DÍA HACIA LA NOCHE

DE EUGENE O NEILL, TRADUCCIÓN DE LEÓN MIRLAS

Ver en escena a Selva Alemán y Arturo Puig es un enorme atractivo. Y si es con un texto de un notable dramaturgo, mejor aún. En este caso, se trata de “Largo viaje de un día hacia la noche”, considerada la obra cumbre de O’Neill. Estrenada tres años después de su muerte, en 1956.

La cita fue en la Sala Casacuberta del teatro General San Martín, que resulta imponente. La puesta tiene escenografía y vestuario de Graciela Galán, iluminación de Jorge Pastorino, música y diseño sonoro de Carmen Baliero, bajo dirección de Luciano Suardi. Acompañan a la pareja protagónica los actores Diego Gentile, Lautaro Delgado Tymruk y Julia Gárriz.

O”Neill fue un gran retratista de la sociedad norteamericana, considerado padre del teatro moderno. A él se le suman nombres como Arthur Miller y “La muerte de un viajante” y “El zoo de cristal” de Tennesse Williams.

El drama acosa a James Taylor (Arturo Puig) y su mujer Mary (Selva Alemán). Ella regresa de una internación por drogadicción, mientras su marido acumula dinero y borracheras, luego de ser un famoso actor de un solo personaje. Los hijos, ya adultos, heredaron sus afecciones: el mayor, James, es actor, mujeriego y alcohólico. El menor, Edmund (Tymrock), padece una enfermedad grave.

Entre reproches, aceptaciones, discusiones, transcurre ese largo día para una familia que intentó serlo y que nunca lo logró.  Cuatro momentos del día los reúnen, con encuentros sustanciosos para el público: la relación del matrimonio que pasa del furioso enojo al tierno abrazo y beso, la discusión entre James Jr y su padre por la tacañería de éste, el ríspido enfrentamiento entre los hermanos.

Se destacan las escenas en las que interviene Arturo Puig, impecable, con gran fuerza dramática bien dosificada. Hay que lamentar que muchos parlamentos de Selva Alemán, extremadamante exquisita, se pierdan en el inmenso escenario cuando da espaldas al público, mientras que la mucama -a cargo de Julia Gárriz- quiebra el ambiente denso con entradas rápidas que ponen un toque de gracia. En cuanto a uno de los logros dramáticos de la puesta, el enfrentamiento de los dos hermanos es una de las dos escenas más profundas donde las verdades están dichas sin vueltas (la otra es el encuentro a solas entre James y Mary, que culmina con un beso).

Respecto a los aspectos técnicos, el trabajo de musicalización es perfecto así como el de iluminación y vestuario. En cuanto a la escenografía, tiene una muy buena utilización de los espacios con utilería de calidad. Sin embargo, esa belleza visual no resulta acertada cuando transcurre la obra: el espacio es demasiado amplio y da la sensación de que los actores están en medio de un “bosque” rodeado de espectadores. La cuestión reside en la ubicación del vistoso decorado del fondo (los ventanales): varios metros más adelante, hubiesen acercado al público logrando intimidad, que es lo que falta. No obstante, nada quita el enorme placer de ver a Puig y Alemán nuevamente juntos en un escenario acompañados de un muy eficaz elenco. Los vítores y aplausos del público de pie son la mejor respuesta al trabajo de grandes artistas.

Elsa Bragato