DESPUÉS DEL ENSAYO
De Ingmar Bergman. Con Osmar Nuñez, Vaneza González y Silvina Sabaer. Escenografía de Diego Sillano, Vestuario de Daniela Dearti, Iluminación de Horacio Efron, Asistencia de Luna Pérez Lening, Fotografía de Nacho Lunadei, Diseño gráfico de Diego Heras, Producción de Rapoport-Judkovsky. Dirección de Daniel Fanego.
Ingmar Bergman de regreso… A través de “Después del ensayo”, obra que escribiera en 1980, centra la acción en un director teatral entrado en años que enfrenta a dos actrices: la joven, que intenta atraparlo en sus redes amorosas y la mayor, amor del pasado que lo desea y hostiga.
Nada más bergmaniano que los diálogos de esta obra cuyo protagonista es Osmar Núñez (Vogler) un actor que conmueve por su estatura escénica, el timbre de su voz y su medio tono, al que quiebra en momentos puntuales. La joven actriz es Silvina Sabater (Ana) mientras que el amor otoñal está encarnado por Vanesa González (Raquel, madre de Ana).
Tal como el título lo indica, “Ana” regresa al teatro luego del ensayo para buscar su reloj, encarando al añoso Vogler que quiere descansar. Más tarde lo hará “Raquel”, madre de Ana, antiguo amor del director. Se produce una verdadera clase de actuación entre las necesidades que el director le expresa a la joven actriz con los intereses de ésta, así como la decadente Raquel reaparece de manera intempestiva con inquietudes alejadas de la escena, en una secuencia de fuerte erotismo. El director se resiste frente a ambas mujeres apelando a su edad y en los deseos desvanecidos por el tiempo aunque esté pronto a caer en las redes de Ana.
Sin lugar a dudas, esta obra es una autobiografía declarada de Ingmar Bergman: varias actrices que trabajaron con él fueron sus amantes o esposas. Fue explícita esta necesidad de Bergman de consubstanciarse con el cuerpo y alma de sus actrices.
Como importa el texto a través de la relación entre los tres personajes, la puesta de Daniel Fanego apuntó a la utilización de un espacio escénico con pocos elementos, esbozo de futura escenografía, que no distrae de lo sustancial.
Conmueve Vogler en sus excusas apelando a su edad, atrincherado en su intelecto, así como Ana se desdibuja en una aniñada y perseverante mujercita mientras que Raquel tiene el descaro del a todo o nada. Es una obra que regala una emoción distinta, empoderada en la presencia escénica de un actor de mil matices, subyugante, como Osmar Núñez. Imperdible.
Elsa Bragato